Los científicos del MIT se han inspirado en los zarcillos de
pepino, las ramificaciones helicoidales que se agarran a las vallas y todo lo
que pueden, para crear fibras artificiales similares a los músculos. Las nuevas
fibras pueden contraerse y expandirse rápidamente, y pueden levantar objetos
varias veces su peso. La esperanza es que estos puedan algún día encontrar su
camino en los dispositivos médicos para ayudar a alimentar a los corazones
enfermos, para dar más fuerza y agilidad a las prótesis de brazos y piernas,
y para restaurar el tejido muscular lesionado.
Utilizando una técnica de dibujo de fibra, estos mini
músculos se crean con polímeros diferentes, cada uno con sus propias
características de expansión térmica. A medida que la fibra se calienta
ligeramente, un material puede doblarse mejor que el otro, y si se entrelazan
justo dentro de la fibra, toda la fibra se dobla y se convierte en una hélice.
A medida que la fibra va de lo recto a lo más herido, crea
un fuerte tirón en la punta. Lo interesante es que los ligeros cambios en la
temperatura producen diferencias en la fuerza de la tracción, lo que permite un
control cuidadoso de la fuerza que genera la fibra. Al ajustar la forma en que
se estira la fibra durante la fabricación, también se puede controlar la
respuesta a diferentes cambios de temperatura. Los investigadores hicieron que
sus fibras pasaran por decenas de miles de contracciones y se mantuvieron
viables y en excelentes condiciones de trabajo después de todo eso.