Saber cuánto dolor tiene un paciente puede ayudar a los
médicos a diagnosticar una afección, comprender el curso de una enfermedad y
establecer un curso para el tratamiento. Si bien simplemente escuchar a los
pacientes funciona bastante bien para la población general, las personas
inconscientes y no comunicativas no son evaluadas adecuadamente con demasiada
frecuencia.
Investigadores del MIT, Harvard y hospitales cercanos a
estos centros, han ideado lo que creen que es un método objetivo para medir el
dolor que experimentan los individuos al usar una técnica de imagen no
invasiva. Están utilizando una espectroscopía funcional de infrarrojo cercano
para mirar dentro de la corteza prefrontal del cerebro y evaluar la cantidad de
actividad que ocurre dentro. Específicamente, la tecnología mide la cantidad de
hemoglobina oxigenada, que es indicativa de la actividad neuronal subyacente.
Los sensores se colocan en la frente para registrar la
actividad, pero analizar esos datos no implica simplemente detectar niveles de
actividad más altos, ya que el dolor genera patrones de actividad específicos.
Para superar esto, el equipo usó métodos de aprendizaje automático para
identificar el tipo de actividad cerebral que es indicativa de dolor, y lo usó
como un marcador biológico del dolor. En su estudio, el equipo pudo identificar
que un individuo experimentaba dolor con un 87% de precisión, lo cual ya es un
logro notable.
Se necesitará más investigación para confirmar esta
tecnología en la práctica clínica y si es beneficiosa para pacientes
inconscientes, no comunicativos e incluso pediátricos. Sin embargo, no se puede
exagerar el potencial para el análisis objetivo del dolor como una herramienta
clínica importante.