La dopamina es una molécula de señalización neuronal
aparentemente involucrada en casi todos los aspectos de la actividad del
cerebro. Sin embargo, no ha habido una manera práctica de controlar los niveles
a largo plazo de dopamina en animales de laboratorio, y mucho menos en humanos.
El principal problema es que los sensores desarrollados hasta ahora se degradan
en el cerebro en cuestión de días. Entonces, si bien sabemos que la dopamina es
muy importante, no podemos identificar qué funciones específicas desempeña en
el desarrollo de muchas enfermedades, como la depresión, el Parkinson, la
psicosis y muchas otras.
Ahora los científicos del MIT están informando sobre
sensores tan pequeños que los procesos normales de degradación no los afectan.
Los sensores son aproximadamente del tamaño de las células neuronales, menos de
10 μm de ancho. El sistema inmune no parece verlos, ya que los niveles de
células inmunes atacantes no aumentaron en los ratones implantados con los
nuevos dispositivos en comparación con un grupo control de animales.
Debido a que las llamadas sondas microinvasivas (μIPs) son
tan pequeñas, se pueden implantar grupos de ellas en todo el cerebro. Ya se han
implantado hasta 16 en los cerebros de ratones vivos y los sensores siguieron
funcionando y proporcionando resultados precisos durante más de un año.